Durante siglos, la imagen tradicional del pastor ha sido masculina: un hombre con su rebaño, su cayado y su border collie recorriendo la montaña entre la niebla. Sin embargo, esa imagen ya no representa la realidad completa del campo. En los últimos años, las mujeres han ido ganando visibilidad y protagonismo en todos los eslabones del sistema ganadero trashumante: desde el pastoreo y la gestión directa de explotaciones, hasta la transformación artesanal, la gastronomía o la divulgación cultural. Hoy, hablar de trashumancia es también hablar de igualdad de oportunidades y de liderazgo femenino en el medio rural.
Rompiendo estereotipos en el pastoreo
El pastoreo sigue siendo una de las actividades más exigentes del medio rural: requiere autonomía, conocimiento profundo del territorio y trabajo físico. Cada vez son más las mujeres que asumen ese reto como una elección profesional y vital. Algunas se incorporan a explotaciones familiares; otras inician proyectos propios, demostrando que la ganadería extensiva y la trashumancia no entienden de género, sino de vocación.
En la red de Caminos Trashumantes, varias de las experiencias disponibles están lideradas por mujeres. Pastoras que acompañan al visitante durante la marcha del rebaño, explican las rutas y los sistemas de pastoreo, o gestionan la producción de lana y queso con criterios de sostenibilidad. Estas iniciativas no solo mantienen viva la tradición, sino que aportan una mirada renovada al sector: más abierta a la innovación, a la comunicación con el visitante y a la conciliación entre vida personal y profesional.
Según datos del Ministerio de Agricultura, más del 30 % de los nuevos titulares de explotaciones ganaderas son mujeres, una cifra que no deja de crecer.
Mujeres que transforman la tradición
El liderazgo femenino en el mundo trashumante no se limita al pastoreo. Muchas mujeres están detrás de la cadena de valor que transforma los productos del rebaño en alimentos y artesanías con identidad propia. Desde queserías familiares que elaboran quesos de oveja o cabra con leche procedente de pastoreo extensivo, hasta talleres de artesanía en lana donde se rescatan técnicas tradicionales de hilado, teñido o fieltro. Talleres que además, sirven como terapia para mejorar el bienestar emocional de las personas que disfrutan de sus talleres.
En Caminos Trashumantes encontramos varios ejemplos: proyectos liderados por mujeres que ofrecen talleres de lana merina, experiencias gastronómicas donde ellas están al frente de los fogones, o rutas interpretativas guiadas por pastoras que combinan conocimiento del territorio con hospitalidad.
Igualdad como motor de futuro
La igualdad de oportunidades en el mundo rural no es solo una cuestión de justicia social, sino una estrategia de supervivencia del territorio. Sin mujeres, no hay relevo generacional posible, ni equilibrio demográfico, ni diversidad económica. La incorporación femenina a la ganadería trashumante demuestra que la modernización del campo no pasa por su abandono, sino por la apertura a nuevas formas de habitarlo y gestionarlo.
Las redes de apoyo, las políticas de titularidad compartida y las plataformas que visibilizan sus proyectos son esenciales para consolidar ese cambio. Apostar por la igualdad en el campo es también apostar por un medio rural más innovador, sostenible y vivo.
Compartimos este camino. Las mujeres trashumantes están demostrando que la ganadería extensiva puede ser un espacio de emprendimiento y de futuro. No solo pastorean rebaños: tejen redes, abren caminos y garantizan que la trashumancia siga siendo un patrimonio vivo, plural y en evolución.






