Cañadas para todo el mundo

Cañadas para todo el mundo

En las últimas décadas, los espacios de montaña y los corredores trashumantes han experimentado una transformación silenciosa: mientras la actividad ganadera extensiva sigue siendo el motor ecológico y cultural que mantiene vivo el territorio, el uso recreativo y turístico de estos mismos espacios —senderismo, BTT, gravel, turismo rural o de naturaleza— se ha multiplicado. Esta coexistencia, positiva y necesaria, exige sin embargo un marco de respeto, conocimiento mutuo y corresponsabilidad.

El papel del rebaño en el equilibrio de la montaña

Los rebaños, aunque cada vez más escasos, cumplen funciones ecológicas esenciales: controlan la biomasa vegetal y reducen el riesgo de incendios, favorecen la diversidad de pastos y evitan la invasión de matorral. En los puertos de montaña de la Cordillera Cantábrica, los Pirineos o el Sistema Ibérico, la llegada del ganado trashumante ayuda a mantener los paisajes abiertos que atraen precisamente a quienes los visitan para practicar deportes o disfrutar del entorno.

Sin embargo, durante los meses de pastoreo en altura —de primavera a otoño— los rebaños comparten esos espacios con miles de visitantes. Y ahí es donde la convivencia requiere atención: el simple acto de acercarse demasiado a un rebaño puede provocar estrés en los animales o interferir con el trabajo de los perros mastines. Estos perros guardianes, fundamentales para la protección frente al lobo o el oso, no son animales de compañía: su instinto es defensivo. Si se les respeta la distancia, cumplen su función sin incidentes; si se invade el espacio del rebaño o se intenta tocarlos, pueden reaccionar con agresividad.


La recomendación es sencilla y efectiva: cuando un rebaño esté visible, reducir el paso, no interponerse entre los animales y los perros, y avanzar con calma y silencio. Si se va con perro, debe ir siempre atado. No es una cuestión de cortesía, sino de seguridad y respeto por el trabajo de los pastores.

Basura, caminos y responsabilidad compartida

La presencia creciente de visitantes trae consigo un desafío ambiental: residuos, abandono de plásticos o restos de comida que alteran la calidad de los pastos o la salud del ganado. Los pastores son los primeros que perciben esas consecuencias en su día a día.


Las vías pecuarias, cañadas y cordeles son bienes de dominio público: su función principal sigue siendo el tránsito ganadero, aunque hoy también sean itinerarios de ocio. La convivencia pasa por entender que estos caminos tienen prioridad ganadera, y que su buen mantenimiento depende de un uso cuidadoso, sin roturas de cercados, sin abrir portones que luego quedan sin cerrar y sin deteriorar las márgenes.

BTT, gravel y usos compartidos del territorio

El auge del ciclismo de montaña y de la modalidad gravel ha abierto nuevas oportunidades para las zonas rurales, pero también nuevas tensiones. Cada vez más ciclistas recorren antiguos caminos trashumantes, atraídos por su trazado, su paisaje y su historia. Sin embargo, estos caminos fueron diseñados para el paso de animales, no para el tránsito masivo o de alta velocidad.

La clave está en convertir la coincidencia en alianza. Los itinerarios BTT y gravel pueden ser un recurso turístico sostenible si se integran en una gestión compartida: señalización que advierta de presencia de rebaños, calendarios coordinados con las bajadas y subidas trashumantes, y campañas que informen al visitante de las normas básicas de comportamiento.
Asimismo, es esencial que parte de los beneficios del turismo activo reviertan en quienes mantienen el paisaje. Los rebaños y los pastores son, de hecho, los principales agentes de conservación. Sin ellos, los prados se cerrarán, aumentará el riesgo de incendios y se perderá el mosaico agro-ganadero que da valor a estas rutas. Promover modelos de retorno económico —comprando productos locales, contratando visitas guiadas o participando en experiencias como las que ofrece Caminos Trashumantes— no solo es justo, sino necesario para la sostenibilidad real de estos territorios.

Convivir es conservar

La convivencia entre rebaños y visitantes no es un problema: es una oportunidad para aprender a compartir el territorio con respeto y conciencia. Los pastores, pastoras y sus animales fueron los primeros cuidadores de estos paisajes; los visitantes de hoy, en cualquiera de sus formas, son los nuevos depositarios de esa responsabilidad.
Disfrutar de la montaña, recorrer una cañada o pedalear por un cordel solo tiene sentido si se hace con conocimiento del entorno y agradecimiento hacia quienes lo mantienen vivo.

Porque convivir con los rebaños es también una forma de conservar el paisaje que todos venimos a admirar.

Experiencias destacadas

San Martín de Teverga

Asturias

Presentación CD de Tsacianiegas «Pa Bail.lare»

Martín Miguel

Segovia

El cielo es Trashumante

Cistierna

León

Enredando con lana

Riaño

León

Concurso monográfico de perros Mastines de la Montaña de Riaño y Mampodre

La Cueta

León

Aventura trashumante

Mestanza

Ciudad Real

¡Que llegan los pastores! Trashumancia y Estrellas