En 2019, la UNESCO incluyó la trashumancia en la lista del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. Esta declaración no es solo un reconocimiento simbólico: es un recordatorio global de que algunas de las formas más sabias, sostenibles y humanas de habitar el territorio siguen vivas. Y que están ahí, esperando ser redescubiertas.
En 2026, el Año Internacional de los Pastizales y los Pastores proclamado por la ONU, será una ocasión única para volver la mirada hacia estas prácticas ancestrales. Desde la plataforma www.caminostrashumantes.com, queremos invitarte a conocer de cerca esta realidad viva. No como espectador, sino como parte activa de una transformación cultural que nos reconecta con lo esencial.
Trashumancia: una forma de moverse, una forma de vivir
Trashumar es desplazarse. Pero también es cuidar, observar, escuchar, adaptarse. Es seguir los ritmos de la naturaleza con respeto, sin prisas. Es caminar con el paisaje y no contra él.
Por eso, más allá del ganado que transita, la trashumancia es un acto de profundo conocimiento del territorio. Los pastores saben leer el cielo, distinguir los brotes del pasto, interpretar el canto de las aves o el curso de un arroyo. Han aprendido a convivir con la tierra en lugar de imponerle un ritmo ajeno.
Y todo ese saber se transmite de generación en generación: en palabras, en gestos, en silencios. En la ruta.
Patrimonio vivo, no de museo
Lo que la UNESCO reconoció no es un recuerdo del pasado, sino una realidad aún palpitante. La trashumancia incluye mucho más que el movimiento de animales:
- Las canciones que se entonan al paso.
- Las historias que se cuentan en las majadas.
- Las recetas que se cocinan en calderas al aire libre.
- Los saludos entre pastores que solo se ven una vez al año.
Cada rebaño es una comunidad en tránsito. Cada camino, un puente entre pueblos, oficios, generaciones y ecosistemas.
Una cultura compartida más allá de las fronteras
La trashumancia es común a muchas regiones del mundo. La candidatura que llevó a su reconocimiento fue compartida entre España, Italia, Grecia y Austria. Cuatro culturas distintas, unidas por una misma forma de vida: sencilla, resiliente, conectada con la tierra.
Eso la convierte en una práctica universal. Y en una oportunidad para abrirnos a otras formas de ver el mundo. Más lentas. Más profundas.
Un legado en riesgo
Hoy, sin embargo, la trashumancia está amenazada:
- Rutas cortadas por autopistas o urbanizaciones.
- Pueblos vacíos donde ya no hay quien continúe el oficio.
- Obstáculos administrativos que complican la labor diaria de los ganaderos.
- Y un cambio climático que altera el ritmo de los pastos y las estaciones.
Pero aún estamos a tiempo. Y 2026 puede ser el año en que lo recordemos juntos.

Caminos Trashumantes: una plataforma para descubrir, conectar y participar
En www.caminostrashumantes.com encontrarás mucho más que información. Te proponemos un viaje de reconexión con el paisaje, con las culturas del pastoreo, con la gastronomía de origen, con los saberes que no caben en los libros.
Aquí podrás:
- Explorar el mapa vivo de las rutas ganaderas.
- Leer historias reales de pastores y pastoras del siglo XXI.
- Conocer iniciativas sostenibles que nacen del movimiento trashumante.
- Participar en experiencias que te acercan, de verdad, a la vida rural y sus valores.
Este no es un turismo de escaparate. Es una invitación a mirar con otros ojos. A caminar con otros pies. A escuchar con otros oídos.
¿Y si el próximo viaje no es solo un destino, sino un encuentro?
Un encuentro con lo natural. Con lo auténtico. Con lo que llevamos dentro y habíamos olvidado. La trashumancia no solo cuida el paisaje. Nos cuida a nosotros, devolviéndonos una forma de estar en el mundo menos agresiva, más abierta, más sabia.
Ven. Conoce. Camina.
Descubre la trashumancia como nunca antes la habías imaginado.
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